“LAS COSAS DE EL LUGAR”. El Rápido

Fue sargento en La República.
Decía que en Francia había hablado con un coronel ruso que le había preguntado que quién había ganao la guerra. Y que, al decirle que Franco, aquel le había dicho: Pues entonces tenéis Franco pá 40 años.
“No savía ná!
“Ná má que vino pá afitarse y irse.,” añadía él
Madrona, pá chincharlo, le comentaba que había sido teniente en El Frente y estando en Valencia fue a hacerse un traje. Le tomó la medía el sastre y él le preguntó que cuando venía a recogerlo:
-“Bueno, tal día”
Ya se iba y el sastre le preguntó que insignias le colocaba en la bocamanga:
-“Bueno, déelo Vd., porque soy teniente y cuando venga a recogerlo a lo mejor soy capitán.”
Eran inventos de Madrona.
El Rápido lo miraba y le decía:
“Yo si que te hacía un traje a ti...; pero de maera”

Otra cosa, el arte que tenía pá los motes a los parroquianos:
En EL Casino:
“María, un café pá el gobierno nuevo, un café pa el gobierno nuevo” Era Bastian…
“Un cafelito para Juanito Valderrama. (Era Juan Malaguita, que era mu serio)
María lo completaba bien::
Antonio el de la Garbaña se daba una vueltecita tos los días por El Casino: 1º por el cuartillo, después por la salita cuadrá, que estaba como reservada a las autoridades y, por último, ¡tos los días!, por la sala grande. Sin consumir ná. Al salir pasaba delante del mostrador y ante el guiño de El Rápido Maria le decía:
“Antonio, ¡qué, sin novedad, ¿no?”


Fueron unos de El Lugar a Colmenar y uno de allí les dijo:
- Yo estoy casao con una de Casabermea.
-¿Y quién es?
-Pues mira. Mi mujer es hermana, -no sé decirle otra cosa,- se había criado en EL Campo. Es hermana de la mujer de El Liero y, bueno,
- Quién es ese Lihero, si en el pueblo no hay nadie que digan el Lihero
- Ah, pues mira: trabaja en el campo y hace de camarero también algunas veces en la taberna de la plaza
- Bueno, ese es El Rápido.

Un hermano, el que estaba casao con la tita de Pepillo, el Rál de Mecha, se lo pusieron porque tenía un mechero de esos de mecha roja. Fue y compró un rollo y le cobraron un ral, cuando antes la daban por una perra gorda y pensaba que lo habían robado y cada vez que sacaba el mechero decía:
¡¡ Cudiao con el ral de mecha!! ¡¡ Cudiao con el ral de mecha!!

Tenia unas trampas que pagar en la Caja y cuando entró la democracia, los suyos, creía que ya no tenía que pagarla.

Luis Torremocha 

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