“LAS COSAS DE EL LUGAR”.¡¡¡Buen viaje!!! , ¡¡¡Buen viaje!!!

Baltasar Penas mentaba a El Señor del Ladrillo. No me acuerdo (Miguel) pero al final: “Este año no se le enciende a El Señor del Ladrillo ni una ¡¡YESCA!!

Una vez que estaban haciendo rogativas en la iglesia,- una seca que vino,- iba la ente a la ilesia a resar, hasiendo rogativas para que lloviera y llegó Baltasar Penas y Juan Duende, borrachos, eran primos. Baltasar pegó una voz en la puerta: Padresito mío: VENGA AGUA, VENGA AGUA… Que tiene mi primo Juan Duende una tierra llena de candilitos de zorra y otra de sombreros de copalta.
Chiquillo, enseguía los guardias ¡¡ al cuartel!!... ¡Cudiao!...

Otra vez iban cuatro curas la calle abao y Baltasar estaba sentao en el bordillo, en la esquina de Juanillo el Coo. Los curas venía de ancá Pedro el de El Alcaire. Era el Día del Señor y los había llevao a comer. A media mañana bajan pá la ilesia y Baltasar, - no vía casi ná- y tenía costumbre de decir: ¡¡Buen viaje! Buen viaje!!, con esa voz que tenía. Y encartó que los curas estaban pasando: “¡¡ buen viaje”!! buen viaje!! y se quearon mirando…y le dijeron aluego: “mira que los curas t´an echao una mirá.
-¿Qué curas?
-Pues no van más que cuatro ahí pabao
- ¡Si lo sé me cago en tó la corte celestial y cuarenta leguas más allá, por si hay alguno ha salío de paseo! Me cago en S. Apapusio el de Osuna. (Sic, Cristina)


Le regalaron un caa de pescao, los que sacaban el copo, porque se había hecho pescaor, y los pescaores tienen mu mala boca, echan votos tó el tiempo. El les dío: “parese mentira que estéis criaos aquí en estas playas y no sepáis echar un voto como se echa. Vais a ver este: ‘me cago en 14000 barcos cargados de lentejas, en cada lenteja una hostia, en cada hostia un copón, en cada copón una pistola…
¡EA!, EA! la caa de pescao regalársela a este hombre, dío el patrón.

La muer de Baltasar, que le decían Antonia laTíolosbroches: “pa, pa pa” porque se ahogaba y las escaleras arriba:
“Una niña muy bonita,
Por mu bonita que sea,
Los pelillos del chumini,
Al mear,
Siempre se llenan” (sic, Cristina)

Era prima de Juan Jurao y éste los quiso herear. Mandaron otros contrincantes de la herencia a Juan Chicón con una carta pá uno de Colmenar que intervenía en esos asuntos. Juan Jurao llamó a Juan Chichón para darle las queas que, ni corto ni perezoso, le dío: “Yo, si es verdad que he llevao la carta y… si me dais el jornal llevo las cartas vuestras que queráis.”

Transcripción: Luis Torremocha

“LAS COSAS DE EL LUGAR”. Otro alcalde

Cuando se fue M. Perche a Alhaurin, se queó Bastian Morales de alcalde
Se presentaron una gente de la falange en el pueblo, de visita. El alcalde había estao escardando en sus tierras, tenia una fanega en Casarias, con la ropa de campo llena de barro y no sabía nada de la visita y se entretuvo en La Plaza.
Entonces sonó el altavoz:
“Hace falta que el Sr. Alcalde se persone a la mayor brevedad posible en el ayuntamiento”
“¿Dónde se encuentra el Sr. Alcalde?”
Al oírlo, chiquillo, salió corriendo hacia su casa, - pá ponerse otra ropilla, pá muarse,- cuando alguien que estaba con los visitantes les dijo:
“Allí va, allí va el alcalde. “
Entonces los visitantes, con ánimo burlesco, jóvenes con ganas de cachondeo, le gritaron por los altavoces:
“Sr. Alcalde, Sr. Alcalde, no corra Vd. que es peor.”

Otra vez estaba en la taberna de Mendoza un forastero, frescachón, y le dice al alcalde.
-Yo lo conozco a Vd.…,¿ ha servío en Málaga?
(El estuvo años en Málaga).
-¡No, yo no!
-Forastero: “Sí, hombre, ¿ de qué le conozco yo a Vd.?...”
-Alcalde: “Ah, bueno, ya he caío: Yo lo conocí a Vd. de rano en una embarca.”
¡¡El hombre se las traería también…!!

Transcripción: Luis Torremocha

“LAS COSAS DE EL LUGAR”. Un sigarro.

Una vez en la plaza, se juntaba mucha ente, estaba Pedro el de Alonso liando un sigarro y, como había aquella costumbre, dieron un empuón y le tiraron el sigarro,
Ël dío:
“ Me cago en dios. Me habéis tirao el sigarro.”
Y estaba pasando por allí el guardia gordo y le dío
“Venga vd. pacá.” Y le soltó su dos galletas.
Se lo llevó al ayuntamiento y lo metió en el calabozo.
-¿ Esto qué es. Yo qué he hecho!!.
-Por blafemar en la via pública
- ¿Yo flemao?, me cago en la hostia.-
…Y le dieron otra guantá.
Y al entrar al calabozo lo registraron y le quitaron una navajilla que tenía, aquellas de a tres gordas, que le había costao un duro.Le pusieron una multa de cinco duros. La hermana que ¡ sabía mucho de cuentas!! decía:
- Anda, la fiesta l’á salío barata a mi Pedro…La navajilla le había costao un duro y los cinco duros de la multa, por cuatro duros la salío la plaza hoy.

Transcripción; Luis Torremocha

“LAS COSAS DE EL LUGAR”.El Señor del Ladrillo

En Los Pilones había un ladrillo colorao, de cerámica, con una leyenda: que un pescaor se lo había encontrao, viejo pero lustroso. Estaba el Señor Crucificao y unas mueres debao, así (con las manos juntas) y tó el vecindario iba; había milagros de lata: unas ristras largas de ojos, de borricos, de caballos, de piernas… y tos los días iba una muer a encender el farol del Señor del Ladrillo.
Mis abuelos (Antonio) le hicieron un marco y eso…
Cuando mi padre se sorteó, que si se sacaba un número bueno hasta se podían librar, los malos iban a África, de cabeza, y mi abuela, además del farol de siempre, le colgó otro al Señor. Mi papá sacó un número malísimo, a casi nadie del Lugar y…¡ a mi papá le tocó!, a África. Llegó mi abuelo, estaba un poco coo y llevaba una buena vara. Vió el farol nuevo y le extrañó y le dise a mi abuela: “ese farol qué…”, que se lo puesto al Señor pá que el niño saque buen número.”¡¡Buen número!!, ¡cudiao con los coones!! Le pegó un gayuaso y creo que toavía están los cristales volando por ahí.

Un matrimonio con un ío ná má, ella al Señor del Ladrillo: “Ay, Padresito mío, que mi ío salga excedente de cupo. Si sale te tengo encendío tos los días de mi via”
Fué el padre con el ío pá ver a onde le había tocao… y le había tocao leísimos. Y antes de llegar el padre a su casa, por un serro desía a voses: “¡María, al Señor del Ladrillo no se le ensiende ni una yesca!, ¡¡ ni una yesca!! (Sic, Cristina).

Se fueron dos al Servicio, leos, y ellas, las madres, iban a resar. Una llevaba su libro de resos, la otra no tenia. Arrodilladas, cuando empezó una a resar en su libro la otra también resaba disiendo:
“ Padresito mío, dónde lo tiene ésta lo tengo yo… como lo tiene ésta lo tengo yo”(sic, Cristina)

Transcripción: Luis Torremcha